¡Buenas tardes, bichitos!
Hoy me paré a pensar en las actividades domésticas. Esas actividades que de pequeños creíamos que las hacía un gnomo que vivía en el armario del fregadero y con el tiempo uno acababa descubriendo que te habías convertido en el nuevo gnomo.
Porque cuando eres pequeño no piensas que en un futuro tendrás que ser tú quien mantenga la casa limpia, arreglada, y todo lo demás. Es tu madre, la que un buen día te deja caer que tienes que hacerlo. Con el tiempo la frase se convierte en algo habitual, además de que a veces suele añadir "Así aprendes para cuando vivas solo (o sola en mi caso)".
A mi me entran ganas de decirle a mi madre cuando dice ésto "Querida mamá, soy española, joven, estudio filosofía. No cuentes con que me vaya a independizar en menos de diez años. Por lo que puedo retrasar el proceso de aprendizaje un poco más".
Luego, también está la frase clave del verano y periodos vacacional: "Yo trabajo fuera, tú debes de trabajar aquí dentro". ¿Y cuándo empiece las clases qué? ¿Nadie trabajará dentro? Ah, no, yo también. Porque mientras que un adulto normal tiene que trabajar como ocho horas al día, tú sólo vas a clase seis, o menos. Porque a tu madre no le importa que tengas que hacer deberes, o tengas que estudiar, apáñate como puedas.
Mi madre, aprovechando que tengo las clases por la tarde, ya me deja caer "espero que antes de irte a clase me tengas ésto un poco recogido". Ah, claro, mamá. Y las setecientas páginas de la Crítica de la Razón Pura de Kant que tengo que trabajar para la semana que viene me las leo entre en la cocina, después de fregar, esperando a que se seque el suelo antes de irme a clase, ¿verdad? ¿O te las lees tú y luego me cuentas?
Lo único que llevo bien es cocinar. Me encanta cocinar. Aunque tengo un pequeño problema. Odio el aceite, es pringoso, mancha, no se va con agua, te tienes que lavar concienzudamente las manos después de tocar aunque sea algo de aceite para que se vaya. Y es por eso que mi madre no me deja que cocine. Porque apenas utilizo aceite. Lo normal, sino me gusta. Aunque tampoco me deja cocinar, porque hay comidas que me salen mejor que a ella, y no me quiero tirar flores.
Porque da igual lo que hagas a la hora de hacer cosas en casa. A tu madre nunca le parecerá que está bien. Mi madre ya empieza a decir que "hago las cosas a mi manera" y yo no puedo evitar pensar que son... "Cosas de madres".
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