viernes, 23 de marzo de 2012

Frustración

Estudiar seis días a la semana, tres horas diarias. Dejar casi dos horas para hacer actividades y preparar la lección para el día siguiente. Hacer trabajos, en el tiempo restante y todo para nada. ¿Qué se siente cuando, ha pesar de todo esto, te dicen que estás suspendida? ¿Cuándo te has esforzado y ves tu examen suspenso, pensando que no ha sido lo suficientemente evaluado? ¿Qué se siente cuando sabes que a pesar de todo un esfuerzo, no has logrado nada, sino todo lo contrario? Tropezar con una piedra y caer al suelo te parece menos doloroso.
Y entonces todo gira alrededor de ese suspenso, y aunque sea por pocas decenas, nada te anima, ni siquiera ese sobresaliente en otra asignatura, o el hecho de ser una alumna modélico y de ejemplo. Sino más bien todo lo contrario.
Sientes que has defraudado a todas las personas.
Y sólo puede sacarte de ese sentimiento, olvidar todo lo que has hecho, y creer que empiezas de cero. Obligarte a creer que es un nuevo comienzo, punto de partida, y de ahí, a comerte el mundo.

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