miércoles, 5 de agosto de 2015

Respuesta a DosVecesGarcía: Hannah Arendt, la felicidad y la política

Muy buenas tardes:

La verdad es que no sé si calificaría esto de respuesta o simplemente de intentar dar otro punto de vista, pero el caso es que me gustaría también hacer una valoración sobre la mencionada frase que DosVecesGarcía hace en su blog (Alétheia con cuentagotas)

La frase en cuestión pertenece a Hannah Arendt, autora que a mi parecer es mucho más importante de lo que se habla:

         "Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la                               experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre                                                  sin implicarse y formar parte del poder político."

Si bien, aquí, DosVecesGarcía empezó su exposición hablando acerca del significado de felicidad, y confiriéndole al tema un enfoque más ético, personalmente le daré una visión más política.

Para Arendt la política era algo fundamental en la vida del hombre. Estar implicado en política debía significarlo todo para el hombre, puesto que le permitía tomar decisiones que le atañe y no dejar que otros la tomen por ti. Claramente, el mayor ejemplo sobre esto podría ser el agora de los griegos donde todos sus ciudadanos se daban cita para debatir sobre aquellos asuntos en relación con la polis.

La "felicidad pública" así como la "libertad pública" son dos términos que Arendt utiliza a lo largo de sus obras. No hay que olvidar que para esta autora la guerra de la independencia americana fue producto de que sus ciudadanos buscaban la "felicidad pública", mientras que la revolución francesa fue producto de que sus ciudadanos buscaban la "libertad pública".

Alguien puede ejercer su felicidad y su libertad en el ámbito privado, por supuesto, se pone el ejemplo del "padre de familia", sin embargo, si no se implica uno dentro del ámbito político, sino forma parte de la felicidad y la libertad pública, lo cierto es que no puede ser completamente feliz, ni completamente libre. Se genera un malestar que acaba derivando en la revolución.

El hombre ha nacido para gobernar. Aristóteles hablaba del hombre como animal político, Cicerón lo hacía diciendo que el deseo del hombre era dominar a otros hombres. Sin embargo, este deseo se ve limitado gracias a la presencia de otros hombres con este mismo deseo. En el momento en el que se topan con un hombre, un ciudadano, que impone su voluntad frente al resto, privándole de esta felicidad o de esta libertad, el pueblo tiene, no solo el derecho, sino el deber de luchar contra esto y volver a dotar al pueblo de ese poder político.

Sí, como dice DosVecesGarcía, cada uno actuamos de una forma distinta acorde con lo que nos hace feliz, sin embargo, todas el final de todas esas "felicidades", la felicidad mayor, por denominarlo de algún modo, es la que obtenemos a raíz de la vida política. Porque es la que nos concierte a todos, y no solo a nuestro ámbito privado.

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