Y sí. Realmente el título lo dice todo.
El otro día, mientras iba con una amiga de camino a una reunión en la universidad, antes siquiera de coger el tren, nos paró un señor por la calle. El evento sucedió con normalidad, hasta que el señor nos comentó algo que nos dejó, tanto a mi amiga como a mí extrañadas. Era iluminati. Masón grado 33. Ambas cosas declaraas por esta misma persona.
Tú, cuando sales de tu casa, lo que menos te espera es que, en mitad de una calle te vaya a parar un señor que se declara iluminati, en mitad de la calle, y que nos enseña sus distintos estigmas que tiene en las piernas. Porque nos enseñó las cicatrices.
El señor empezó a contarnos acerca de los cuatro elementos, acerca de la luz, la oscuridad, y yo, que fui lectora del boom que fue el Código da Vinci de Dan Brown, allá por mi época de secundaria, lo cierto es que no pude evitar sentirme dentro de aquel libro, tomando, por un minuto, el personaje del profesor Langdon, mientras esta persona nos hacía galimatias que tenían que ver con los elementos, el alfabeto, los número y muchas cosas de ese estilo.
También nos empezó a hablar acerca de la reencarnación, de sus antiguas vidas, y de qué debiamos amar para poder reencarnarnos, aunque, yo por mi parte, no dejaba de pensar en las doctrinas platónicas, en las que en lugar de la reencarnación se nos habla de la reminiscencia, y en lugar de amar, debemos conocer, algo también muy pitagórico.
Ahora que lo estoy pensando, era raro que no metiera nada de Pitágoras.
Sin ninguna duda, esto fue una clara experiencia que tardaré en olvidar, mas que nada porque, y que se quede entre nosotros, leyó mi mano y lo cierto es que lo primero que viera fuera la "M de Muerte" no es algo muy positivo...
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