¡Hola, hola!
Estaba yo el otro día pensando en cuántos días tenían agosto y septiembre, para hacer un cálculo de entradas, y pese a que tenía el portátil encendido, lo cierto es que me puse a contar haciendo ese truco que se suele hacer de contarte los nudillos y los huequecitos que quedan entre éstos, como cuando iba al colegio.
Y lo cierto es que, pese a que tenemos mucha tecnología, seguimos haciendo algunas cosas como hace muchos años, como hacian nuestros padres cuando iban a la escuela, nuestros abuelos... Como nos enseñó nuestros ancestros, utilizando quizás un término muy antropológico.
Aunque tengamos tecnología para todo, lo cierto es que tendemos a realizar las cosas como nos la enseñaron desde niños, o como nos parecieron curiosas cuando éramos niños.
No es de extrañar, la humanidad está más acostumbrada a realizar esos gestos, que ha tener un trato con la tecnología. Han pesado muy pocas generaciones desde que el ordenador, el móvil o incluso la televisión llevan estando en nuestras vidas, y su uso, a nivel humanitario, no ha calado tanto.
No estoy diciendo que tengamos el contar los meses con los nudillos en nuestro ADN, sino que el ser humano es más proclive a hacer eso, que a ir a un ordenador a buscar algo. Porque es lo que lleva haciendo desde antaño.
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