Es más común escuchar "Soy la sombra de lo que fui", sin embargo, mi caso es lo contrario. Ahora soy la persona de esa sombra que había sido en el pasado.
He dejado las inseguridades, el miedo a la sociedad y el quedarme sentada, realizando una visión introspectiva. He dejado de reconocerme a mí misma como antisocial, como alguien que tenía miedo a las muchedumbres, como alguien que tenía miedo de hacer muchos amigos, para ser lo que soy ahora.
Sigo siendo la misma. Sigo teniendo mi humor de siempre, sigo teniendo mis gustos, mis deseos, mis inquietudes, pero es diferente. Sigo teniendo mis sueños, nunca he dejado de tenerlos, aunque a algunos les gustaría.
He crecido, y la burbuja en la que me metía se me hacía pequeña, se empezó a fragmentar y tuve que decir, resguardarme entre los pedazos o salir de ella, enfrentarme a la realidad, vivir sin coraza, aunque realmente la coraza era yo misma.
He tenido que ser fuerte por muchas personas, cuando realmente sólo quería quedarme en un rincón y mandarlo todo al vacío. He tenido que ser fuerte porque no dejaba que nadie se preocupara por mí. Sigo pecando de ello, pero ya no dejo que los sentimientos me ahoguen hasta explotar.
Siempre me han dicho que soy una insensible, que no soy capaz de mostrar sentimientos por nada. Quizás tengan razón, o quizás me lo he creído.
El caso es que, aquella niña, aquella adolescente, que agachaba la cabeza y que no hablaba con nadie más que con los necesarios, y no más de lo necesario, se ha convertido en una mujer a la que es imposible callar, que se mira al espejo y se siente orgullosa de ver en quién se ha convertido.
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