La verdad es que la entrada de hoy iba a ser distinta. Muy distinta. Pero una mosca me ha levantado y ha empezado todo. ¿Por qué demonios tiene que haber tantas moscas? Prefiero los mosquitos, sinceramente, son más fáciles de matar.
De verdad, que he ido a ponerme en el ordenador y había como... cinco o seis moscas encima de mi cama. He tenido que ir a buscar el insecticida para acabar con ellas porque aquello no era normal. Por lo que me he visto relegada al salón y a escribir desde el portátil... ¡Donde hay una mosca tocapelotas!
Porque no, esa no es una mosca cojonera. Las moscas cojoneras son otras, son las que hacen los ruiditos. Son esas moscas tocapelotas que están revoltosas por culpa del calor. Y que no deja de pegarse a tu cuerpo, que ya bastante tiene tu cuerpo en verano, todo asqueroso. Porque en verano, da igual cuántas veces al día te duches, los cuerpos están asquerosos.
Por fortuna ya estamos en agosto, aunque a algunos esto les escocerá. Septiembre está a la vuelta de la esquina, y con ello, otoño. ¡Mi adorado otoño! Aunque creo que no es la primera vez que digo que prefiero el invierno, lo cierto es que otoño me vale.
Los más seguro es que, sobre las cinco, a la hora de siempre, haya otra entrada.
¡Nos leemos!
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